A principios de la década del setenta, varios científicos alertaron sobre la vulnerabilidad de la capa de ozono. Sin embargo, sus hallazgos no fueron tenidos en cuenta hasta que, a principios de los ochenta se descubrió una profunda disminución, durante la primavera, en el valor de la columna total de ozono sobre Antártida y zonas circundantes, a la que se denominó “agujero de ozono”. Esto generó gran preocupación en la comunidad internacional, la cuál rápidamente aunó esfuerzos para definir las causas de este fenómeno y tomar las medidas necesarias para salvar la capa de ozono. El primer paso, lo constituyó la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono (1985). Esta reunión arrojó como resultado un tratado general que permitió el comienzo de las negociaciones para la toma de medidas más específicas. Posteriormente, una campaña realizada en 1987 confirmó que, la pérdida de ozono observada se debía a los cloros libres, producto de la disociación de los compuestos clorofluorocarbonados (CFC). En el presente, la fabricación y uso de estos compuestos se hallan limitados por el Protocolo de Montreal (1987) y sus enmiendas (Londres, 1990; Copenhague, 1992; y Montreal, 1997). Desde el descubrimiento del “agujero de ozono”, la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente han convocado a científicos de todo el mundo para la realización de informes periódicos, usualmente cada cuatro años, con la finalidad de evaluar el estado de la capa de ozono. El último informe, elaborado recientemente, señala que el “agujero de ozono” continuará estando presente por décadas y que, la recuperación de la capa de ozono a los valores previos a 1980 (pre-agujero de ozono) en la zona Antártica se producirá entre el año 2060 y 2075. Por otra parte, el mismo informe estima que en las zonas extra-polares no se producirían valores de la columna total de ozono menores que los ya observados a fines de la década del noventa, debido a que las concentraciones de las sustancias que provocan la destrucción de la capa de ozono han llegado a su valor máximo y están declinando.
Fuente: Ingeniera Susana Díaz. Investigadora Independiente de CONICET a cargo del Laboratorio de Ultravioleta y Ozono del CADIC. Trabaja en el tema del “agujero de ozono” y la radiación UV desde 1988. Tiene más de 60 trabajos publicados. Como parte de su producción científica se halla la co-autoría del capítulo de Radiación UV de los informes de la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente producidos entre 1994 y 2002. Desde 2005 forma parte del Steering Comittee para la confección de dichos informes, junto con los Dres Chanin de Francia, Pyle del Reino Unido, Ravishankara de EEUU y Shepherd de Canadá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario