jueves, 16 de junio de 2011

La organización ecológica del trabajo

LA CONFIANZA FUNDADA EN LA COMUNICACIÓN


            Mientras en la década de 1970, los responsables de empresas miraban a los ecologistas con cierto desprecio, en el presente los empresarios compiten para lograr la mejor estrategia de comunicación  que destaque la preocupación por el medio ambiente. El tema de la ética se está convirtiendo en tema de actualidad en administración.

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Hoy, en las empresas, los temas relacionados con valores, cultura identidad y creencias son titulares de la prensa gerencial. Las organizaciones más importantes poseen un código de conducta que rige sus relaciones internas y externas. La causa principal de este auge, según los empresarios, se debe al desequilibrio cada vez mayor entre los discursos y la realidad. Todo esto genera desorden, y crea un estado de anomia donde cada cual se pregunta cuáles son las reglas del juego: si es que todavía las hay. 

Durante el siglo XX la corriente de pensamiento sobre el trabajo que inició Taylor, se ocupó de generar un obrero autómata, sin pensamiento, ejecutante estricto de tareas fragmentadas preparadas por los analistas de organización y métodos, motivados exclusivamente por la recompensa económica.

Actualmente los valores se han modificado: la economía se ha centrado en el consumo, y no en la producción, el trabajo ha dejado de ser el valor predominante en las sociedades avanzadas y ha sido reemplazado por la valorización social del bienestar, del ocio y del tiempo libre[1], los intereses se han dirigido masivamente hacia los bienes materiales, las vacaciones , la reducción del tiempo de trabajo. Por lo que cabe que nos preguntemos ¿qué pasa con los que no pueden acceder a estos beneficios?.

La gestión empresarial ha participado de estos cambios; los logros japoneses, la exigencia de la calidad, hicieron que los administradores cuestionaran las ideas basadas en técnicas propuestas por los ingenieros, los métodos racionales de trabajo; actualmente se moviliza al hombre implicándolo en la empresa, asegurando la participación y la responsabilidad del personal, se promueve el desarrollo de los potenciales de autonomía individual, por los valores compartidos de la comunidad, por la valorización de los recursos humanos como base de la productividad.
Encontramos contradicciones en los valores siguientes: La organización reconoce la iniciativa de los trabajadores para formar hombres más creativos, pero al esforzarse por superar las características de la organización rígida surgen problemas entre los nuevos discursos de trasparencia, valores compartidos, autonomía y responsabilidad de los individuos. Se valoriza la autonomía individual, pero al mismo tiempo se estimula la competencia entre los hombres, se promueve el trabajo en equipo y la idea de consenso.

El pasaje del trabajador-objeto al asalariado-sujeto plantea la necesidad de políticas reales de negociación y de transparencia, participación en el poder y redistribución de los beneficios, formación del personal y gestión interactiva de las condiciones de trabajo.

Ya no predomina el ideal del trabajo sino la competitividad, la concurrencia, el desafío de la calidad total . De la moral solidaria del trabajo (las virtudes del “razonador  práctico” que alienta Alasdair MacIntyre[2] )se pasa a la ética posmoralista de la excelencia, del trofeo permanente, de la eficiencia indefinida, del siempre más y mejor.





[1] Sennett, Richard. La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Anagrama, Barcelona, 2001.
[2] MacIntyre, Alasdair. Animales racionales y dependientes. Por qué los seres humanos necesitamos las virtudes. Paidós, Barcelona, 2001.

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