La década de 1920 era una época en la Argentina en que las corrientes del pensamiento político, filosófico, literario, artístico y científico europeo no sólo llegaban con asiduidad sino que se concretaban, con bastante frecuencia, en visitas de grandes personalidades mundiales. Así visitaron la Argentina, entre otros, José Ortega y Gasset, el Príncipe de Gales, Julio Rey Pastor, Anatole France, Umberto Eco, Mircíade de Eliade y Albert Einstein.
“Es sabido que todo intelectual, de cualquier disciplina, conoce las principales instituciones y países donde se desarrolla su disciplina, y por lo tanto, tiende a difundir sus trabajos, estudios, investigaciones, teorías, obras, personalmente, en esos lugares. Esto se ve incentivado cuando la `difusión personal´ está bien retribuida, intelectual y materialmente, porque, de alguna manera, eso implica una valoración de su tarea. Así fue entendida esta visita a Buenos Aires de Albert Einstein, a la más importante ciudad del hemisferio Sur, tanto como centro cultural como por interés científico” (Agulla, 1988).
La llegada de Albert Eisntein a Sudamérica forma parte de una serie de viajes que este realizó en la década del veinte a varios lugares, como Japón, Palestina y Estados Unidos. Es el período que sigue a la súbita fama que el científico adquirió tras el anuncio, en 1919, de “la radiación y las propiedades energéticas de la luz” – trabajo por el que mereciera el Premio Nobel de Física de 1921, y no por la teoría de la relatividad- . Gracias al prestigio conquistado, su figura ganó las páginas de los diarios de todo el mundo y sus opiniones científicas, filosóficas, éticas y políticas pasaron a tener gran repercusión en el público.
Una de las motivaciones de Einstein para emprender tales viajes fue su curiosidad por conocer diferentes países y culturas. Y, además de buscar difundir sus teorías tenía un fin político en algunas de esas visitas, como las realizadas a Francia e Inglaterra: intentar aproximar a las comunidades científicas de los distintos países que habían estado en conflicto en la Primera Guerra Mundial, y mostrar que la ciencia, como el arte, podía contribuir a la superación de los nacionalismos. Einstein también estaba comprometido en la causa judía, especialmente en sus objetivos culturales.
El viaje a Sudamérica incluye varios de esos aspectos motivacionales. Eisntein dio conferencias científicas en la Argentina, Uruguay y Brasil. Visitó instituciones científicas, participó de recepciones organizadas por la comunidad judía y por la comunidad alemana, defendió la paz y la conciliación mundial y habló sobre la necesidad de los judíos de todo el mundo de unirse para apoyar el movimiento de creación de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Destaca Juan Carlos Agulla (h) (1988) lo que significaba un viaje a la Argentina en aquellos tiempos, dadas las comunicaciones de entonces y las distancias:
“Ante estos hechos se hace comprensible las expectativas que creaban estas visitas, movilizadas masivamente por los periódicos. Pero en el caso de Einstein, esas expectativas estuvieron altamente multiplicadas por una difusión sumamente significativa. Todo parece indicar, sin embargo, que había entonces en la Argentina un público muy nutrido y heterogéneo que estaba interesado en conocer no sólo la personalidad de Einstein sino su pensamiento, tan complejo y polémico.”(Agulla, 1988).
Llegó a Buenos Aires al alba del día 25 de marzo. Pero su periplo había comenzado casi tres emanas antes, cuando abandonó el puerto de Hamburgo a bordo del veloz y lujoso navío Cap Polonio, una muestra más de la potencia técnica de la Alemania de la primera post-guerra.
Su contacto con la Argentina -puntualizan Gangui y Ortiz (2005)- se había iniciado tres años antes cuando, por iniciativa del ingeniero Jorge Duclout, la Universidad de Buenos Aires (UBA) le cursó una invitación para dictar un ciclo de conferencias sobre su novísima y controvertida teoría de la relatividad. Duclout , uno de los campeones de la teoría de la relatividad en la Argentina, era un físico e ingeniero de origen francés radicado desde muchos años atrás en buenos Aries y que, como Einstein, había estudiado en el Politécnico de Zurich.
Otras universidades y entidades argentinas se habían adherido a esta invitación. Entre ellas se destaca la Asociación Hebraica Argentina (hoy Sociedad), recientemente creada por una primera generación de intelectuales argentinos de origen judío que habían elegido la figura de Einstein como emblema de sus aspiraciones sociales e intelectuales.
A pesar de que las teorías de Einstein en el mundo científico todavía eran discutidas y muchas veces no completamente aceptadas, precisamente fue en la época en que visitó la Argentina cuando comenzaron a aceptarse, de manera paulatina, aquellas novedosas teorías de la física cuántica.
En un reportaje otorgado al diario La Prensa, expresó:
“Quiero que en la Argentina, en cuya capital reconozco un gran centro de cultura, se conozcan los fundamentos de mi teoría, tal como la entiendo y no bajo el aspecto en que me la presentan admiradores entusiastas que, en el calor de la polémica, la desfiguran muchas veces, ni en la forma como pretenden darle mis adversarios científicos y otros, por un cúmulo de circunstancias completamente ajenas a la ciencia […]. Sé que éste es uno de los países más hospitalarios del mundo, pues habita en él un elevado número de mis correligionarios en los que se encuentra arraigado un verdadero espíritu de argentinidad. Estoy […] al corriente de que esos israelitas, con su incesante esfuerzo y su trabajo tenaz, fueron, en gran parte, los copartícipes celosos del desenvolvimiento científico y material de esta tierra, ya sea en el terreno comercial e industrial, así como en el campo de las actividades agrícolas”.
(…) Ignoro si el tiempo y mis compromisos científicos me permitirán realizar una excursión por el interior del país, pues muy grato sería para mí conocer algunas colonias judías establecidas en la provincia de Entre Ríos y otras”.
El interés de los argentinos por los acontecimientos europeos se vio reflejado en un primer artículo publicado en el diario La Prensa el día de la llegada de Eisntein a nuestro suelo:
“Publicaremos hoy el primer artículo de la serie que La Prensa contrató especialmente con el ilustres sabio. Como podrán ver nuestros lectores, Einstein dedicó su primera colaboración en las columnas de La Prensa a un tema que le preocupa de un modo especial, la creación de un ´Paneuropa ¨, de una federación de Estados europeos, algunos de los cuales nuestro colaborador cita en su artículo (…). (La Prensa, 1925).
Einstein dicto ocho conferencias en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; una en la Facultad de Filosofía y Letras, y otra en la Sociedad Hebraica. El acto inaugural y la primera conferencia se llevaron a cabo en el Salón de Actos del Colegio Nacional de Buenos aires. En la Facultad de Filosofía disertó sobre “Las consecuencias de la teoría de la relatividad con respecto a los conceptos de espacio y tiempo”. Y precisamente sobre el tema del espacio y el tiempo, “Caras y Caretas” (1925) escribió una nota con el título “El sabio Einstein y la poesía”:
“A la revolución que en las altas esferas pitágoricas ha suscitado y realizado el sabio suizo-germano que nos visita en la actualidad, hay que agregar hoy una nota que tiene no poca importancia, tal vez desde antes del inmortal Galigleo…Trátase, en efecto, de la frase pronunciada por Einstein en una de sus recientes conferencias, y que dice: `El espacio es curvo y probablemente finito¨. Tal afirmación, indiscutible –dada la autoridad que la pronuncia- produce una revolución en la poesía que ha cantado tantas veces, desde hace tantos siglos, ´el espacio infinito¨ y ´el abismo sin límites ni fin´”. (Caras y Caretas, 1925).
De esta manera se advierte cómo la figura de Einstein en Buenos Aires no interesaba solamente a los científicos, sino que capturaba y se dirigía hacia un público mucho más vasto que el meramente “técnico”. En la Sociedad Hebraica disertó sobre temas no científicos, como su visión del mundo y “sus impresiones de los países que visitó”. Pero se entiende que las conferencias de la Facultad de Ciencias estuvieron dedicadas a exponer sus ideas científicas y especialmente a desarrollar sus teorías.
Es conveniente destacar que los diarios publicaron íntegramente estas conferencias, que se sumaban a las opiniones de algunos científicos argentinos sobre la teoría de la relatividad.
También, que Einstein, durante su permanencia en nuestro país de un mes alojado en la residencia de Bruno Wassermann, participó de numerosas recepciones, incluso una organizada por los estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires y que visitó, además, las ciudades de La Plata y de Córdoba.
Fuente: Cazaux, Diana (2010), Historia de la divulgación científica en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Teseo.
Fuente: Cazaux, Diana (2010), Historia de la divulgación científica en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Teseo.
2 comentarios:
Umberto Eco visito Argentina en 1920?????
No puede ser porque nación en 1935. ¿Por qué me lo preguntas a mi?
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