La tecnología ha sido considerada tradicionalmente como una actividad de menor status que la ciencia. Hoy, en cambio, se sabe que el desarrollo tecnológico es más que una aplicación del conocimiento científico, aunque tampoco puede escindirse de la ciencia.
Desde la revolución industrial, los tecnólogos han incorporado en forma creciente estrategias de la investigación científica básica para producir y mejorar sus productos. Con el correr de los años, el grado de independencia entre ciencia y tecnología ha aumentado debido a la incorporación de esta última a las actividades industriales y productivas, siendo parte importante de los procesos de desarrollo socioeconómico. Bunge (1985) reserva el nombre de tecnología para aquella técnica “compatible con la ciencia coetánea y controlable por el método científico” (Maiztegui, 2002). Otro ejemplo es la definición establecida por la UNESCO (1983): “Tecnología es el saber hacer y el proceso creativo que puede utilizar herramientas, recursos y sistemas para resolver problemas, para aumentar el control sobre el medio natural y el creado por los seres humanos, con objeto de mejorar la condición humana”.
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