domingo, 20 de marzo de 2011

Divulgación científica para niños: Billiken

La divulgación científica destinada a los niños vino de la mano del periodista Constancio C. Vigil.
En efecto, el 17 de noviembre de 1919 Vigil[i] edita el primer número de la revista infantil “Billiken” considerada la revista infantil más antigua del mundo de habla hispana.



La tapa del Nº1 de “Billiken” tenía a un niño de pueblo, con una pelota de fútbol bajo el brazo derecho, y una venda en la cabeza que le tapaba el ojo izquierdo. La imagen del niño "de barrio" desaliñado fue el emblema de la revista durante varias décadas.

 
 La revista organizó sus contenidos de modo tal que interactuara con la escuela, aportando artículos y secciones temáticas fijas sobre temas que pudieran resultar de utilidad directa para los alumnos en sus trabajos escolares, pero sobre todo material gráfico, fotografías, dibujos y unas “figuritas” que se volvieron clásicas, capaz por un lado de atraer e interesar a los niños, y por el otro de servir para las láminas y carpetas de estudio. En este sentido, tradicionalmente, la revista siguió siempre el calendario escolar, sobre todo el relacionado con la historia argentina, dedicando la tapa y los artículos principales, a los hechos y personajes históricos principales (Revolución de Mayo, Declaración de la Independencia en la Argentina, Invasiones Inglesas, Cruce de los Andes, Domingo F. Sarmiento, José de San Martín, Manuel Belgrano), según el momento del año en que se celebraban las fiestas relacionadas.

¿Qué significa Billiken? Según una antigua leyenda, en la India vivió un simpático dios que logró arrancarles sonrisas a dos príncipes apesadumbrados. Y viendo el dios que en el mundo había aún más tristeza, se encargó de llevar alegría a muchas otras naciones y culturas remotas. A principios del siglo XX, el fabricante norteamericano Billy Kent conoció la leyenda y creó un muñequito petiso, barrigón, eternamente sonriente y parecido a Buda, como se lo imaginaba él al dios Hindú. Y como éste no tenía nombre lo bautizó con el suyo. Después, el pequeño ídolo se puso de moda en todo el planeta y fue muy popular entre los chicos argentinos.

Si tener un amuleto de Billy Kent no daba tanta suerte como se decía, por lo menos era un lindo regalito de buen augurio.
A Costancio C. Vigil , que en esos días buscaba afanosamente un título para una inédita revista infantil, le pareció una buena idea usar el nombre de ese muñeco que los nenes amaban. Billy Kent, dicho todo junto y sin la T, pasó a ser Billiken.
Pero, asegura la nota publicada en “La Nación”[ii], que este es un mito que circula entre nosotros. Afirma que “el nombre original del muñeco y la estatuilla (que en las dos formas se hacía) era Billiken, que la única alteración que sufrió fue la manera de pronunciarlo. Su creadora fue una profesora de dibujo e ilustradora norteamericana llamada Florence Pretz, que patentó el diseño en 1908. Tampoco se llamaba Billy Kent el fabricante: lo produjeron varias firmas, entre ellas The Billiken Company of Chicago. Se dice que el nombre se lo pusieron por el presidente William Taft, "Billy", que acababa de ser elegido, con el sufijo -ken . Después aparecieron otros muñecos, imitaciones del original, con nombres parecidos, como Billican y Billikant”.




[i] Vigil había fundado en 1911 en Buenos Aires, “Mundo Argentino”, y siete años más tarde dirigió “El Hogar”. En 1918 lanzó la revista “Atlántida” y la editorial homónima, en 1919 “El Gráfico” y” Billiken”.

[ii]  La Nación , 15.01.2007

Fuente: Cazaux, Diana (2010), Historia de la divulgación científica en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Teseo.





1 comentario:

ALEXA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.