miércoles, 30 de marzo de 2011

El arte de contar las ciencias

Schereherazade y el sultán

                                        “NO ME LO EXPLIQUES,
                                             CUÉNTAMELO”                                      



     En un ensayo escrito hace más de 40 años, Norman Mailer [1] comparó la prensa con una cabra, con una máquina, con un “leviatán intelectual obligado a comer cada día golosinas, cartílagos, grava, cubos de basura, neumáticos viejos, chuletas, cartón mojado, hojas secas, tarta de manzana, botellas rotas, comida para perros, escamas y espinas de pescado, polvo de cucaracha, bolígrafos secos y zumo de pomelo.

    Toda la basura, todos los desperdicios, todas las heces y un poco de riqueza se meten cada día y cada noche en la barriga de esa vieja cabra americana que son nuestros periódicos”. Es una metáfora preciosa, reconoce Radfort (1996) que, sin embargo, no dice demasiado sobre lo que sale por el otro extremo. Lo que sale son historias: sobre la tarta de manzana, sobre las botellas rotas, sobre el polvo de cucaracha, sobre la vida de los peces,  pero historias al fin y al cabo. Para la prensa sería mejor utilizar la analogía de Scheherazade, forzada una noche tras otra a relatar cuentos que dejaban al oyente con ganas de escuchar más cuentos, porque si dejaba de hacerlo moriría.

    Es una imagen romántica, pero nada falsa.

      Cuando los lectores dejan de leer periódicos –y lo hacen cuando no quieren escuchar las historias que se les explican–, los periódicos mueren. Hay un corolario: cuando los periódicos detectan, de algún modo, que una historia determinada interesa, todos empiezan a explicarla.

     El reportaje interpretativo acude en auxilio para que los periódicos no mueran  y le ofrece contar historias sobre las ciencias: con rigor científico pero plenos de imágenes literarias, de recursos estilísticos, de investigaciones sesudas, de documentados datos, de especializadas citas, de precisos cuadros y esquemas, de espectaculares infografías, de contextualizadoras líneas del tiempo  y de puntuales columnas de opinión.

     El reportaje interpretativo científico es un género periodístico con futuro, como vaticinaba Sonia Fernández Perratt en 1998,  aunque ella se refería al reportaje en general. También, Miguel Angel Bastenier en el 2001 sostenía “en las circunstancias presentes de graves asechanzas contra el papel prensa, el reportaje, no como sucedáneo de un Hollywood en tecnicolor , sino como medio con el que es más dado sacar todo partido posible a la agenda propia, está llamado a hacerse más y más imprescindible en los periódicos de mañana mismo por la mañana. Cuando tengamos todos los medios expresivos en la mano, cuando lo que sepamos, hayamos visto y oído, sea sólo cosa nuestra, cuando en virtud de lo anterior nos convirtamos en fuente de nuestra propia información, es cuando ésta nos distinguirá más y mejor de nuestros competidores”.

     ¿Dónde si no en el reportaje interpretativo científico se puede presentar en todo su esplendor una investigación periodística especializada en ciencia que, además, despierte el interés “por saber más” y le ofrezca a sus lectores dónde profundizar estos conocimientos?.

      El periodista científico que aborde este espectacular tratamiento del mensaje periodístico deberá despuntar la pluma, su tesón investigativo, sus dotes de sabueso inquisidor, su sensibilidad, su empatía y sus deseos de contar historias que nos adentren en el conocimiento de las ciencias placenteramente, casi sin darnos cuenta, con hambre de saber y con la alegría de percibir, “los cinco sentidos”[2] : estar, ver, oír, compartir, pensar, que puso el autor al desarrollar su reportaje interpretativo científico.

Fuente: Cazaux, Diana (2010), El ADN del periodismo científico: el reportaje interpretativo, Introducción, Quito, CIESPAL.

[1] Mailer N. (1965), The presidential papers, Corgi, Londres.
[2] Se hace referencia al título de la obra de Ryszard Kapuscinski  Los cinco sentido del periodista (estar, ver, oír, compartir, pensar).

2 comentarios:

Gloria E. Montenegro G. dijo...

buenas licenciada, disculpe mi ignorancia pero ¿Sonia Fernández Perrat es Sonia Fernández Vidal?

Diana Cazaux dijo...

Estimada Gloria,
La autora del artículo citado es la Lic. Sonia Fernández Parrat, lo puedes leer completo en este link http://www.ull.es/publicaciones/latina/z8/r4absonia.htm
fue publicado el 4 de abril de 1998 en la Revista Latinoamericana de Comunicación Social.
La Dra. en Óptica e Información Cuántica, Sonia Ferández-Vidal, es una excelente divulgadora científica autora de uno de los libros que suelo recomendar: La puerta de los tres cerrojos.